Al final, Mauricio Macri cayó en
manos de un psicólogo
y no tuvo más
remedio que aceptar la invitación al diván.
Fue en "Solo una vuelta más", el programa
que conduce Diego Sehinkman -periodista y psicólogo-
donde el exmandatario soltó más de lo que
probablemente planeaba.
Lo curioso no es tanto lo que dijo, sino lo que dejó
entrever. Que hay un quiebre real entre el PRO y La Libertad
Avanza. Que Karina Milei y Santiago Caputo conducen el barco
libertario sin brújula compartida. Y que el propio
presidente Javier Milei, al que Macri sigue respaldando
en lo macro, está rodeado por un círculo de
confianza que no lo cuida, y que incluso lo hace errar.
"Todo lo ve a través de dos personas",
se quejó Macri. Y por si faltaba claridad, remató:
"Milei pasó de tener un proyecto de país
a un proyecto de poder". No es una frase menor. En
el lenguaje político, eso es casi un diagnóstico.
Y ahí es donde el diván se convierte en escenario:
lo que parecía una entrevista fue en realidad una
sesión pública de psicoanálisis del
sistema político argentino.
La metáfora que no
falla: el monstruo de dos cabezas
La política suele engendrar criaturas extrañas.
Algunas coaliciones son centauros: mitad racionalidad, mitad
instinto. Otras, quimeras de partes irreconciliables. Pero
lo que tenemos hoy, entre Macri y Milei, se parece más
bien a un monstruo de dos cabezas, donde cada cerebro da
órdenes distintas al mismo cuerpo.
Desde el poder, Milei ataca a Macri cuando le conviene,
pero lo necesita para ganar elecciones en distritos clave.
Desde la oposición amistosa, Macri respalda la visión
económica pero marca distancia del estilo y el entorno
libertario. El resultado es un engendro inestable, que por
momentos avanza, pero muchas veces se muerde su propia cola.
La disputa por el control
La Ciudad de Buenos Aires, bastión histórico
del PRO, es ahora territorio en disputa. Macri defiende
lo logrado y advierte que improvisar es peligroso. "Adorni
me gusta más como vocero", ironizó sobre
el candidato libertario, y apuntó contra Santoro,
La Cámpora y todo lo que huele a kirchnerismo.
Pero más allá de las candidaturas,
lo que está en juego es quién lidera el
espacio liberal-conservador en la Argentina. ¿El
PRO institucional, que supo gobernar con prolijidad? ¿O
la ola libertaria, disruptiva, emocional y a veces contradictoria?
Reflexión final
Como se decía de Cristina, parece que también
se aplica a Macri: con él solo no se llega a nada,
pero sin él peligra todo. La criatura que nació
del "fin de la casta" y la "segunda marca
del cambio" parece haber mutado en un animal de difícil
control. Y como en todo mito, el problema de los monstruos
de dos cabezas es que, tarde o temprano, se enfrentan
entre sí.
Y cuando eso pasa, no hay diván
que alcance. Glup.
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