Conocí
a Videla allá por septiembre del 76 ó 77,
no puedo precisar a esta altura de los tiempos precisamente
en cual de los años. Fue para la inauguración
de la Fiesta Nacional de la Flor.
Luego del acto protocolar, se realizó la recorrida
por los pabellones. Recuerdo perfectamente ir caminando
a solo unos pasos por detrás de la comitiva. Junto
a él estaba Luis Brussi , incondicional anfitrión
que supo recibir importantes recursos por parte de las fuerzas,
por aquel entonces gobernantes.
Éramos
pocos los que cubríamos el evento. Cerca de mi
estaba la emblemática fotógrafa Elsa Serrano
En
uno de los serpenteos que hacen los caminos dentro de
los pabellones, me adelanto y quedo frente al militar
devenido en presidente... cara a cara.
Estaba vestido con ropa de civil, Pelo engominado, bigote
recortado y muy prolijo en todo su atuendo.
Resaltaba
del entorno sonriente por su actitud inexpresiva, fría
e inanimada. No despertaba nada. Solo su mirada penetrante
hacia notar que estaba ahí.
Levanté
la Agfa Sillete y "dispare" una toma, solo una,
porque la custodia me desplazó de inmediato.
Pude congelar un momento de nuestra historia. Uno de
tantos que después ronda nuestra mente sin encontrar
donde fijarse.
Con el tiempo perdí la foto... pero tiene poca
importancia si nos ponemos a pensar en todo lo que hemos
perdido.
El
pasado 24 de marzo, en circunstancias de la inauguración
de la Plaza de la memoria - dicho de paso recordamos que
fue una iniciativa del concejal Javier Pérez pero
se olvidaron de nombrarlo - pudimos hablar con el intendente
y casualmente, como hecho premonitorio, le pregunto si
estábamos libre de hechos de autoritarismo y desde
una óptica particular sostuvo que: "debemos
dejar que la naturaleza haga su trabajo...".
Pero
no basta con que la naturaleza haga su trabajo, porque
desmalezar de plagas va más allá de un trabajo
natural. Nuestra pasividad puede ser peligrosa.
Aquel
que supo tener la vida y los bienes de los argentinos
en su mano terminó sus días como cualquier
mortal. Me equivoco, cualquier mortal que supo cultivar
valores expira rodeado de sus seres queridos y amigos.
¿Habrá
peor castigo que morir solo?
Me
pregunto que habrá pensado o soñado este
personaje siniestro de nuestra historia contemporánea
en la soledad de su celda. ¿Habrá muerto
realmente solo o por el contrario en su derredor, miles
de almas atormentadas acompañaron su encierro hasta
el último minuto de su vida?
Nunca sabremos los secretos que se llevó a la tumba
y esa es nuestra batalla perdida, aunque en definitiva
él y todo lo que representa perdió la guerra.
Bueno... es lo que espero.

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"No
me puedo alegrar con la muerte de Videla porque de
hacerlo me parecería a él"
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Cuenta la historia criminalística
británica que un asesino serial había sido
condenado pero nunca pudieron lograr que confesase que
había hecho con sus victimas. Ya en la cárcel
sus gritos escalofriantes retumbaban en cada rincón
de la fría y oscura estructura carcelaria. Pasado
un tiempo terminó atado a una cama de un hospital
psiquiátrico. Su tormento lejos de terminar se
agudizo significativamente, hasta que un día exhausto
confesó. Una a una las victimas fueron localizadas,
identificadas y restituidas a sus seres queridos.
Ya tranquilo retornó a la soledad de su celda.
Cuenta su carcelero que días antes de morir el
asesino le confiesa que los fantasmas de sus victimas
lo visitaban diariamente, rodeando su cama y pidiéndole
que diera el paradero de sus cuerpos.
¿Como pudo Videla vencer los fantasmas
del pasado? ¿Será su compulsiva lectura
de libros sagrados que lo abstraía llevándolo
a lugares imaginarios? O por el contrario, sí fue
visitado, pero a diferencia del convicto británico
su horror no permitía arrepentimiento y los fantasmas
se fueron con él para darle tormento eterno.
El autoritarismo deja marcas en nuestro
ADN social que florece cuando las condiciones lo permiten.
Un Caballo de Troya cargado con lo peor de la especie
humana que una y otra vez aparece a lo largo de la historia.
El autoritario, inseguro y pobre de argumentos, necesita
que el otro "desaparezca" para no oponer residencia
a sus arbitrariedades. Ya sea con armas, con dinero o
con tácticas psicológicas.
Nos arrinconan con discusiones binarias obligándonos
a tomar partido en cruzadas que desconocemos por completo.
Siempre el fantasma de algún hipotético
enemigo que viene por nosotros justifica su accionar.
¿Acaso estamos seguros que con
Videla muere el autoritarismo?
Nada empezó ni termina con Videla.
Es solo una de las caras del autoritarismo. Si no nos
queda claro esto corremos el riesgo de bajar la guardia.
De no tomar en cuanta los alerta que emite el sistema.
La naturaleza hará
su trabajo, de eso estoy seguro. Pero mientras ella se
lleva las hojas secas del autoritarismo nosotros debemos
plantar semillas de tolerancia para las nuevas generaciones.
Solo así podremos ganarle a los falsos predicadores
que con el relato en una mano y el garrote en la otra
nos dicen como vivir.
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