Cuando veo padres preocupados por sus
hijos vienen a mi mente imágenes de mi triste infancia
y me pongo verde. Traer recuerdos a primer plano y hacer
odiosas comparaciones me incomoda.
Al decir padres preocupados me refiero
a aquellos que cortan una avenida porque sus hijos no
tienen calefacción o aire acondicionado en el colegio.
También los que prenden fuego un jardín
porque los chicos traen notitas abrochadas al guardapolvo
violando los mínimos códigos de protocolo
y buen gusto.
¿Dónde estaban mirando nuestros padres cuando
arruinaban nuestras vidas?
En primero inferior la señorita
Rosita me hizo arrodillar sobre maíz en un rincón,
ya para eso me había pegado con el puntero y tenía
a mi medida un bonete con orejas de burro.
Mi sobrina, docente, me contó que una madre trajo
la nena al colegio sin vestir y le tiró una bolsita
con la ropa diciendo: "vestila vos, yo no pude..."
¿Que pretendía esa bruja, vestirla a la
fuerza y arruinarle la psiquis a la criatura como hicieron
nuestros viejos y educadores con nosotros?
A mí nunca me preguntaban nada,
mi vieja a la noche ponía todo en el respaldo de
una silla esperando el acto castrense que implicaba la
vestimenta para ir al colegio. Y ojo con equivocarte...
porque nos vestíamos solos desde primero inferior.
¿No saben lo que es primero inferior? Entonces
no sigan leyendo, no tiene sentido que lo hagan.
Un día que se cortó la luz me vestí
como pude porque no se veía nada. Cuando llego
al colegio, mi maestra de 3er. grado, Nelly , me dice:
"que guardapolvo raro", caminó en derredor
escrutando mi entorno para luego exclamar: "pero
esa es una camisa blanca de hombre"... si claro me
había puesto la camisa de mi viejo. Un bochorno.
Mi viejo la paso peor yendo a trabajar en guardapolo.
Al mediodía mi vieja nos puso en penitencia a los
dos.
Desayuno: te haces solo un matecocino,
lo cortas con un chorrito de leche cruda que traía
el lechero con el carro - Don Torres- agarras un pan para
masticar por el camino y te vas chiflando bajito.
Hice la primaria en un colegio privado. Entendieron bien,
privado de todo lo material que se puedas imaginar, solo
le sobraba de lo otro. La emblemática Escuela Nº1
que funcionaba en la calle Rivadavia en su intersección
con Spadaccini.
Caminábamos todos los días
varias cuadras en terrenos difíciles y en distintas
condiciones climáticas. Yo venía desde el
lado de la panamericana, vieja ruta 9, pasaba la laguna
de la vieja cancha de Sportivo - con el agua hasta los
tobillos- luego tomaba el sendero que salía por
lo que hoy es el Jardín Japonés. Al costado
había una vieja casona con dos palmeras en donde
nos esperaban varios perros para corrernos todos los días.
Nadie nos llevaba... no
había corredor de seguridad. Los creyentes, a la
buena de Dios, los ateos solos por completo.
En verano vaya y pase, pero en invierno te la regalo.
De que cambio climático me hablan. Cruzábamos
sobre las zanjas congeladas y estas no se partían.
No existían las camperas, nos ponían lo
que entraba abajo del guardapolvo y arreglate.
Llegábamos morados y con los dientes castañeando.
Para revivirnos, nos cacheteaban media hora, a mí
una hora... nunca supe porque.
Para cuando servían el mate cocido que traía
la portera ya era tarde... no, no no..., no estábamos
todos muertos, estábamos corriendo por el patio.
Bueno no todos, algunos andaban arriba del tapial que
daba a Spadaccini, otros jugaban en el sótano y
no faltaban los que se escapaban a tirar cascotes a los
carros que pasaban por la Rivadavia. Un sainete.
Como puede ser que nadie este preso...
cuanta suerte tuvimos que no nos pasara algo demasiado
grave. Aunque en una de esas si nos pasó y no sale
en la tomografía... yo sostengo que de ahí
viene todo este debacle.
Cuando terminaron las nuevas instalaciones,
en la entrada, 25 de Mayo y Pellegrini, no se les ocurrió
mejor idea que hacernos participar de la mudanza. Cientos
de criaturas desfilaron como el éxodo jujeño
llevando los bártulos al hombro hacia la nueva
locación. Un disparate por donde se lo mire. Creo
que de ahí viene mi crónico dolor de espalda.
Donde estaba el estado para defendernos. ¿Nadie
vio eso?
Estudiar era un martirio. No solo por el innecesario acto
de instruirse, sino por la metodología para hacerlo.
Paso a ejemplificar.
Un día llego a casa con un instructivo bajo el
brazo con lo necesario para armar algo.
Mis viejos eran pocos colaborativos. Que digo poco...
cuando les preguntaba algo me salían con: "para
que te mando al colegio...preguntale a la maestra",
fijate en el "Lo se Todo".
¿No sabes lo que es el "Lo se todo"?
googlealo.
Una madera con varias latas clavadas arriba y porotos
adentro. No se puede creer, eran las Netboocks del subdesarrollo.
Comieron paté una semana seguida hasta que se pudrieron
y me tiraron todo por la ventana, terminé armándolo
yo solo, como lo hice con mi sofisticado instrumento de
música. Dos palitos de escoba de 20 cm.
Hoy cuando veo los gabinetes que tienen
los pibes para las extra programáticas me caigo
de traste. Como no van a salir genios?
Robótica desde jardín, conectividad, rap,
ingles y chino. Lo pedís y lo tenés
En otra oportunidad nos pidieron una madera
de 30 x 40 cm y tapitas de gaseosas. Conseguí la
madera en el galpón revolviendo basura y a riesgo
de agarrarme el tétano, pero con las tapitas de
Coca no hubo caso. Por donde íbamos solo encontrábamos
corchos.
Nadie tomaba coca de mis amigos. Un día mi viejo
se quiso hacer el inventor y metió granadina dentro
del sifón Drago y cuando apretó la manija
lleno de espuma la cocina.
A mi vieja se le paso el encule a los dos días.
Recuerdo que en una época Coca
había puesto la figura de un Falcon en algunas
tapitas y si te salía te ganabas un auto. ¿Que
loco, no? La de trifulcas que se armaron entre mozos y
clientes.
Agarramos las bicicletas y nos fuimos
en patota a recorrer la ciudad. Agachados debajo de las
mesas de los bares logramos el objetivo. Pero nos costo
varios días de rastrillaje desde la pizzería
que estaba al lado del cine Rex pasando por la Rivadavia
hasta llegar al bar de Demarco. Más allá
no podíamos sin permiso. No nos dejaban. Ya a los
doce nos adentramos en el terreno prohibido de "El
Cazador". Zona de pecado.
Para que era todo eso?
Nos hicieron clavar las tapitas boca arriba en la madera
para hacer un felpudo.
Recuerdo perfectamente cuando lo puse en la entrada de
la cocina. Mi viejo venia embalado con la estufa a kerosén
que había prendido en el patio por el olor y casi
se estampa contra la pared.
El felpudo debe haber caído de Doña Rosa,
la vecina, cuando lo revoleó.
Claro que Ud. pensará como sacarse
el polvo de la calle con tapitas. Bueno le cuento que
antes no traíamos polvo sino barro. Todo salvo
algunas excepciones era un lodazal. Era normal en algunos
lugares públicos que en la entrada tengan una especie
de cuchilla adosada al suelo para limpiar el calzado al
entrar.
Que vida aburrida. A la hora de la siesta se acababa el
mundo. Los padres te asustaban con el Curupí o
la gitana para que no salgas. Claro, los muy irresponsables
dormían a pata suelta y nadie nos cuidaba. No se
si prescribió pero habría que denunciarlos
por abandono de persona.
Cuando todo estaba en calma escapábamos
y nos reuníamos en el monte que estaba en plena
ciudad. Media manzana de tupido follaje que nos permitía
realizar un nutrido porfolio de tropelías. Algunas
de suma peligrosidad que haría empalidecer al mismísimo
Rambo.
Tanto escándalo ahora porque los
jóvenes se ponen aros, implantes, tatuajes... ¿y
nuestras cicatrices?. Nadie habla de nuestras cicatrices.
No hablo de las que no se ven, con esa podes caminar y
no se ríe nadie, hablo de las que nos hicimos por
negligencia de quienes debían cuidarnos.
Esas que hicieron los sifones de vidrio que se caían
o explotaban. ¿Que demente manda un niño
a compra soda?. Las que nos quedaron por jugar en pata
en el potrero, caernos del tapial, o jugar con cuchillos.
¿Quién no ha jugado con cuchillos? Nosotros
poníamos a un vecino que le teníamos bronca
en una madera en el fondo de casa y le tirábamos
con cuchillos. Hasta hoy recuerdo la cara del pibe.
Ni que hablar de las mordeduras de mascotas. Porque todo
bicho que corría por el pasto caía en nuestras
casas. Nuestros viejos eran especialistas en tener mascotas
que no se podían tener. Después nos mandaban
a nosotros a alimentarlas y terminábamos siendo
su alimento. Yo, particularmente, tuve mas surtido de
animales que Temaikén.
Un día se me resbalo una cerveza
de la góndola del súper y cuando estalló
se cortó levemente uno de mis hijos. Amen de rociarnos
los dos con el líquido de su interior. Cuando fui
al hospital por poco me llevan en cana. Eso es cuidar
a la infancia.
Y pensar que mis padres y los de mis amigos
están sueltos.
Retomo la historia, cuando teníamos
sed o hambre parábamos en la casa de alguna nona.
Siempre había una nona cerca.
Éramos abastecidos de comida naturalista y agua
fresca del aljibe para continuar la aventura.
Hoy, los pibes, si el agua no viene con un certificado
de escribano te la escupen.
Mi abuela hacia yogurt cortando la leche casera en una
cacerola sobre el marco de la ventana. Las bacterias del
aire hacían todo el proceso. Puaggg, no puedo explicarme
como no hubo muertes en masa como en Guyana.
Actualmente tienen la suerte de contar con, lactobacilos
G, H V corta y B larga...Actimel, Activia, y todo en varias
presentaciones, líquido sólido, semi sólido,
con cereal, fruta, con sabor sin sabor y hasta semi masticado.
Ahora no solo que no hay nonas.. si a
un pibe se le ocurre decirle abuela a una mina de cincuenta
toda tuneada, le baja la mitad de la dentadura.
Si teníamos suerte de enganchar
el recorrido del regador municipal nos colgábamos
de la parte trasera y hacíamos un City Tour gratuito.
Después tenemos el tupé de criticar a los
pobres pibes que se suben al techo de los trenes.
La noche era toda una aventura por sí
sola. Había una lámpara de 60 w por cuadra,
-con suerte- en el medio veíamos guiados por la
luz plomiza de la luna. Claro que cuando había
luna.
Dos por tres nos estrolábamos contra algo, un camión
parado, un pozo, una zanja, un alambrado... entre nosotros.
Recuerdo vividamente cuando me mandaron
a buscar una enfermera a las 10 de la noche. No es necesario
aclarar que no había teléfonos de ningún
tipo ni servicio de ambulancias... -el SAME no se había
inventado- hoy se quejan que no hay gasas en los centros
de salud. ¿Tienen tiempo para que les cuente lo
que nos faltaba a nosotros?
Agarro la bicicleta Aurora negra con todos
los chiches que la tecnología de los 60 me permitía
tener -menos luz porque era cara- y salgo a mil por Travi,
sentido oeste-este.
Conocía todo de memoria, pozos, huellones, puentecitos
etc. Sabía que a mitad de cuadra había una
montaña de tierra de unos tres metros de alto que
hacia meses que estaba y ya la teníamos alisada
para subir por un lado y bajar por el otro.
El estado siempre se tomó su tiempo para hacer
las cosas. Eso no viene de ahora.
Tomo impulso, me paro sobre los pedales, el corazón
se acelera, siempre me daba miedo hacerlo, pero la bajada
justificaba todo.
En la oscuridad, recortada por la amarillenta luz de la
esquina se divisaba la improvisada rampa. Veinte, diez,
cinco metros... siiiii...Aurora apunta hacia las estrellas,
estoy arriba y ... de pronto la nada. La mismísima
nada se presentaba bajo mis pies. Algún energúmeno
se le ocurrió empezar a sacar la pila de tierra
hoy.
Aurora y yo
Caímos como plomo.
Como pude llegué a casa. Sin la enfermera, con
Aurora destruida y los dientes en la mano.
Después trajeron la enfermera... para mí.
Un capítulo aparte eran los días
de lluvia. Apenas paraba sacábamos todos los juguetes
de agua para jugar en la zanja. Si en la zanja.
Hoy le pongo a los pibes míos un
frasco de alcohol con gel en cada bolsillo y un collar
de alcanfor para ir a la facultad.
No puedo entender que buscábamos en esas actitudes
riesgosas. Porqué no sentarnos a ver el fuego del
hogar o a escuchar la radio.
Pero no.
Insistíamos con cosas descabelladas
y sin sentido.
Como recorrer talleres mecánicos
en busca de rulemanes para hacer carritos. Carritos...!
¿para qué?
Yo había fabricado una hélice
con la tapa de una lata de durazno que salía disparada
de un carrete de hilo al tirar de un cordel.
Una vez se la clavé en la frente a un pibe del
barrio, casi me mandan a un reformatorio.
Me salve por inimputable. ¿Pero acaso la culpa
la tiene el chancho?
Terminábamos el día, embarrados,
sucios y transpirados. Caíamos en la cama muertos
de cansancio, la casa se iba apagando y el barrio se ponía
en silencio. No se sentían ruidos raros, ni bips,
ni pips, tampoco se veían leds que evidenciara
algo cargando. La vida parecía seguir al sol. El
viejo reloj de cuerda era el único que dominaba
la escena, su martillar, por conocido ya no perturbaba
nuestro descanso.
A veces se escuchaba un leve soplido de
estática que evidenciaba a algún viejo dormido
en el diván frente al televisor sin señal.
La parte oscura del mundo se apagaba respetuosamente
esperando la solemne salida del sol y nosotros descansábamos
repasando con nuestra mente la película del día.
Los muy ingenuos nos creíamos felices. Seguro que
nos daban algún medicamento en etapa de experimentación.
No se como pudimos subsistir con tantas
carencias.
Sin electrónica, sin comunicaciones, sin conectividad,
sin ningún High School... aunque sus dueños
seguros que son de mi época... deben de haber sufrido
como yo... pero quizás no quieren que a los demás
les quede el mismo trauma.
No me imagino una sociedad sin poder llevar
los chicos a pasear por los shopping. La oportunidad de
conocer el verdadero Papa Noel. Sin la amistad virtual
-Los Tamagotchi, facebook, simuladores, etc.-
Nos hacían repetir el año.
Hay que ser mal nacido, por suerte hoy promocionan por
ley. Esta comprobado científicamente que hace daño
repetir. Doy fe, tengo un amigo que quedó turuleco.
Y las amonestaciones? Hay algo peor?
¿ Hay algo mas estigmatizante que eso?
Autodisciplina es la solución. Lo que hubiéramos
dado nosotros por tener autodisciplina.
Aunque si hubiéramos tenido autodisciplina yo no
habría aprendido a falsificar firmas. Me habría
perdido mi primer microemprendimiento.
Es imperdonable el daño que les
han hecho a esos pequeños, en los que me encuentro.
Claro que hubo algunos que zafaron. Yo no... si no fuera
por un reconocido psiquiatra de la zona ya estaría
entre rejas.
Para ser honesto estoy entre rejas, del julepe que tengo
a los afanos.
El chaleco de fuerza químico me mantiene con los
pies en el suelo... ¿para cuando "Plidan para
Todos"?
Nuestra generación no se vio libre
de estimulantes artificiales, aditivos y otras porquerías
que consumimos y de las que debo hacerme cargo. O vamos
a pensar que todo eso es nuevo.
Me refiero claro de la Coca-cola con Geniol y del Gofio...
pasando por el cigarrillo de chocolate, la bananita Dolca,
la ensalada de fruta con vino tinto entre otras cosas...
y ni que hablar cuando masticábamos la brea de
las juntas del macadán.
Gracias a Dios que se terminó con
ese cúmulo de arbitrariedades, torturas y vejámenes
de los que hemos sido objeto y cuya consecuencia esta
a la vista de todos.
Sino que otra explicación puede
tener las actitudes de la generación que nos estuvo
y está gobernando?
Esa compulsiva necesidad de ser queridos
en exceso, una, dos, tres mujeres. Ya no pasaran mas frió
y menos que menos calor. Split y losa radiante donde sea
que estén. Autos grandes, muy grandes, largos y
poderosos, de muchos cilindros es lo que tapa toda falencia.
Caminar?... nunca mas.
Y por último juguetes... porque no nos engañemos,
nunca dejamos de jugar, la diferencia es que de grande
lo hacemos con juguetes caros.
Ahora veo claramente, entiendo el tema de los yates, las
motos de agua, los bulines, las piscinas climatizadas
con robot limpiador y los Rolex. No me queda claro como
justificar psicológicamente los bolsos pero no
importa... es por mi propia ignorancia. Seguramente la
corriente Freudiana lo hará.
Pero esto tiene una salida. No, no me
refiero a Ezeiza. Es la generación que viene, la
que se libró de todo lo expuesto. La que fue protegida
y provista de los nutrientes para garantizar una perfecta
evolución.
Es totalmente inútil saber como prender un fósforo...
cambiar una garrafa o una cubierta. Alguien lo hará
por ellos.
No tiene sentido andar expuesto a la radiación
solar cuando podemos esta encerrados horas y horas en
la seguridad de la casa o aislados con un auricular bajo
el descanso de la escalera.
Supongo que nos quieren convencer sobre
la importancia de las conexiones biológicas. Pamplinas.
Fueron preservados para algo superior,
estoy seguro... si mi generación parió los
políticos en curso, la generación iPod tendrá
los suyos en correlato.
El futuro se esta escribiendo hoy y se verá mañana
así como hoy estamos viendo lo que se escribió
hace mas de medio siglo.
Éramos tan pobres...y lo peor de
todo es que nos creíamos ricos y felices.
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