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Especialista en búsqueda de restos
humanos, Zeus mostró un temple inusual desde muy
joven: a los seis meses realizó su primera detección
en un trágico hecho vinculado a la salud mental.
Desde entonces participó en numerosos operativos
de búsqueda en el distrito, incluyendo su rol clave
en el hallazgo de la víctima de un femicidio en
Garín.
La División K-9 de Escobar, creada hace más
de ocho años, es la única de la provincia
de Buenos Aires y una de las pocas del país que
funciona bajo la órbita municipal. Con sede en
Ingeniero Maschwitz, nuclea a un equipo de canes entrenados
para colaborar en delitos complejos, dentro y fuera del
distrito, y ha sido convocada para operativos resonantes
de narcotráfico y búsqueda de personas.
En ese cuerpo, Zeus formaba dupla con Torh en la localización
de restos humanos. Sus compañeros Leo y Willy se
especializan en detección de narcóticos,
mientras que Bengy, Benito, Pipo y Furia están
abocados a la búsqueda de personas vivas. Todos
cuentan con cuidados veterinarios permanentes, una dieta
supervisada y un espacio de 116 m² con caniles y
áreas de entrenamiento. Hoy, seis cachorros atraviesan
su segunda etapa de formación, donde se definirá
la disciplina a la que se dedicarán.
La partida de Zeus se suma a la tristeza que vivió
la División Canina en febrero, cuando murió
Bruno, un weimaraner de 12 años conocido como el
Messi de los perros rastreadores. Ambos dejan un legado
imborrable en la memoria escobarense.
Herencia de lobo, corazón
de perro
El perro ya no tiene amo: tiene un compañero de
vida
una vida demasiado corta para nuestro gusto.
Casi no existe actividad en la que el peludo de cuatro
patas no brinde servicio. Siempre con alegría,
abnegación y altruismo: En los puertos, olfateando
valijas. En los caminos de tierra, siguiendo huellas.
En los rescates, buscando a quienes no pueden gritar.
En los cuarteles, como guardián
y también
como consuelo.
Un perro de trabajo es más que un agente: es vínculo,
confianza y reflejo del espíritu de equipo. No
pide medallas, solo una mirada, una caricia, una voz que
le diga: "Buen trabajo".
Zeus encarnó ese legado con humildad. Con su andar
firme, su mirada atenta y su cola siempre dispuesta a
festejar, dejó una huella que trasciende cualquier
función operativa.
Zeus no será olvidado. Porque donde hubo lealtad,
siempre queda memoria.
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