La tecnología irrumpe,
transforma, redefine. Y en ese vértigo que impone
lo digital, los municipios comienzan a plantear estrategias
que van más allá de los servicios básicos.
En ese contexto, el intendente Ariel Sujarchuk presentó
CiudadanIA 5.0, un programa de formación en habilidades
digitales, inteligencia artificial, programación
e idiomas, destinado inicialmente a 8.500 estudiantes de
los últimos años del secundario en escuelas
públicas y privadas del partido de Escobar.
La iniciativa, que cuenta con el respaldo
de instituciones como la Fundación Potenciar Argentina,
la Universidad Nacional de San Martín, TICMAS y
el Centro Universitario de Idiomas de la UBA, se propone
también formar docentes, tutores y miembros del
sector productivo local. El programa comenzará
en mayo con contenidos de microaprendizaje mediante WhatsApp
y chatbots, para continuar en agosto con cursos virtuales
más completos.
En su presentación, Sujarchuk sostuvo
que se busca "hacer de Escobar una ciudad inteligente
con ciudadanos inteligentes", una frase que condensa
tanto la ambición como el desafío de esta
propuesta. La visión de un municipio que se anticipa
a los cambios y forma a su comunidad en nuevas tecnologías
puede leerse como una respuesta a un mundo en transformación,
pero también como parte de un relato político
que aspira a trascender lo inmediato.
No es inusual que la tecnología
y la educación funcionen como plataformas desde
las cuales se proyectan liderazgos. Silicon Valley ha
sido inspiración de más de un político
global, y el cruce entre innovación y construcción
de imagen no es exclusivo de los países centrales.
Las ciudades del siglo XXI no solo se administran: se
narran.
Escobar ha mostrado, en distintas oportunidades,
voluntad de ubicarse en esa narrativa. Desde la agenda
ambiental hasta los semáforos inteligentes, pasando
ahora por la inteligencia artificial, la apuesta parece
clara: destacar por anticipación. La clave, sin
embargo, no estará en el diseño del programa
sino en su implementación efectiva, sostenida y
verificable. Porque si bien las ideas inspiran, los resultados
transforman.
En definitiva, formar ciudadanos digitales
es un objetivo noble. Convertirlo en una política
pública y no solo en una postal, será el
verdadero test.
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