¿En qué
consiste la credencial?
La credencial, emitida por la Municipalidad, certifica
que el repartidor cumple con una serie de requisitos como
licencia de conducir, seguro y verificación técnica
vehicular (VTV). La inscripción, prometida como
gratuita y sencilla a través de la plataforma Escobar
360, se presenta como un paso hacia la formalización
del sector. Sin embargo, para muchos, esta iniciativa
encierra algo más que una simple intención
de seguridad.
El origen del delivery y la creciente presión regulatoria
El delivery, tal como lo conocemos hoy, comenzó
a popularizarse en la década de 1990 en Estados
Unidos y Japón, coincidiendo con el auge del internet
y la digitalización de servicios. Lo que nació
como un empleo informal y flexible se ha convertido en
una fuente de ingresos para millones de personas alrededor
del mundo. En América Latina, y especialmente en
Argentina, esta modalidad ha sido vital para sostener
economías familiares durante crisis recurrentes.
Con el tiempo, las regulaciones se han multiplicado, intentando
ordenar un sector marcado por la precariedad y la informalidad.
No obstante, estas medidas muchas veces son vistas como
herramientas de control que terminan perjudicando a quienes
dependen de este trabajo para sobrevivir. En ciudades
como Nueva York y Barcelona, los intentos por regular
el delivery han traído consigo quejas por parte
de los trabajadores, quienes denuncian que los gobiernos
priorizan la recaudación sobre la verdadera seguridad.
Beneficios o imposiciones?
Desde el municipio se destacan los beneficios de esta
credencial, pero muchos trabajadores lo ven con escepticismo:
Para los repartidores:
Mayor seguridad: La identificación mediante credenciales
podría reducir robos, aunque los trabajadores señalan
que el verdadero problema no es la falta de papeles, sino
la inseguridad y la falta de controles efectivos sobre
el delito.
Acceso a beneficios: La promesa de seguros especiales
y descuentos en talleres parece más una promesa
lejana que una realidad palpable para los repartidores,
muchos de los cuales desconfían de que realmente
se implementen.
Para los vecinos:
Tranquilidad: Si bien la medida busca
ofrecer mayor confianza a los vecinos, los trabajadores
consideran que esto no aborda los problemas más
graves, como la presencia de motos robadas y la falta
de controles reales en las calles.
Para el municipio:
Formalización y control: Mientras
el municipio insiste en la formalización, los trabajadores
lo perciben como un nuevo trámite engorroso, diseñado
más para controlarlos que para apoyarlos.
Testimonios que cuentan
otra historia
En la Av. Tapia de Cruz, entre Colón
y las vías del ferrocarril, algunos repartidores
expresaron su opinión sobre esta nueva normativa.
Sus respuestas evidencian la desconexión entre
las políticas del municipio y la realidad de los
trabajadores:
"No tenía ni idea de esto,
si es para bien, bienvenida, pero si es para recaudar,
mejor que lo hagan en otro lado".
"¿Por qué no hacen algo con los preventores
que de a cinco están en las esquinas mirando el
celular? El tránsito es un caos".
"Siempre el pie encima del que trabaja
(insulto
censurado)".
"Tenemos todo en regla. ¿Por qué no
sacan de circulación a las motos robadas y en mal
estado?".
"El municipio que se ocupe en lo suyo y nosotros
en lo nuestro. Es una medida recaudatoria, nada más.
Todo seguirá igual. Apestan".
¿Innovación
o control excesivo?
La implementación de credenciales
para repartidores en Escobar refleja una tendencia mundial
de control sobre el delivery, una actividad que nació
libre y flexible, pero que se enfrenta cada vez más
a un cerco regulador. Mientras el municipio insiste en
los beneficios, los testimonios de los trabajadores dejan
en claro que sienten que, una vez más, son ellos
quienes pagan los platos rotos de un sistema que regula
mucho pero protege poco.
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