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Una vida concebida en 1992, nacida en 2025

Nacido en otro tiempo


Thaddeus , nació en Ohio a partir de un embrión crio preservado en 1992. Su historia real interpela los límites entre ciencia, identidad, tiempo, ética y el sentido profundo de existir.


17 de agosto de 2025

Fuente del contenido | @escobarsite
Autor | @jorgecarusso

Sobre la firma

El caso que conmueve

En Estados Unidos, hace apenas unos días, nació un bebé cuyo embrión había sido congelado en 1992. Treinta años en suspensión criogénica, esperando -como si el tiempo fuera solo una pausa de laboratorio- a que la vida siguiera su curso. Y siguió. Se trató de una donación de embriones realizada décadas atrás. La familia receptora, sin vínculo biológico con el embrión, decidió implantarlo ahora.
La ciencia cumplió. La biología respondió. El milagro -si se le quiere llamar así- ocurrió.

La historia familiar

El 26 de julio de 2025, en una habitación de hospital de Ohio, nació Thaddeus Daniel Pierce, un bebé que ya había batido un récord mundial antes de dar su primer aliento. Su llegada marca un hito extraordinario en la medicina reproductiva: se desarrolló a partir de un embrión que permaneció congelado durante más de 30 años, convirtiéndose en el caso documentado de conservación embrionaria más prolongado del que se tenga registro. Los medios estadounidenses no tardaron en llamarlo "el bebé más viejo del mundo".
La historia comenzó en los años noventa, cuando Linda Archerd, entonces de 31 años, enfrentaba la infertilidad. Tras seis años de intentos fallidos, recurrió con su esposo a la fertilización in vitro. El procedimiento generó cuatro embriones: uno fue implantado de inmediato, dando lugar al nacimiento de una hija sana. Los otros tres fueron almacenados por si acaso.

El acaso duró tres décadas

Tras divorciarse, Linda asumió la custodia legal y el costo del almacenamiento: mil dólares anuales durante años. Nunca volvió a implantarlos. Pero tampoco los descartó. Y eso cambió el curso de una vida que aún no había comenzado.

El reloj biológico de la humanidad

La criopreservación de embriones humanos comenzó en los años 80, pero sus raíces científicas se remontan a experimentos con gametos animales de mediados del siglo XX. Desde entonces, la ciencia avanzó con pasos firmes: mejores técnicas, mayor tasa de éxito, menor tasa de rechazo... y, al mismo tiempo, mayores dilemas.
Treinta años atrás, el mundo era otro. En 1992, Argentina vivía la convertibilidad, Menem era presidente, y un joven Bill Clinton ganaba las elecciones en EE. UU. El niño que nació hoy, en un 2025 tan distinto, es biológicamente hijo de los años noventa, pero existencialmente hijo del presente. ¿Qué ocurre cuando la vida se desarrolla en un tiempo, pero se manifiesta en otro?

El tiempo y la identidad

El tiempo, para Thaddeus, no fue una línea continua, sino un paréntesis prolongado. Mientras el mundo giraba, él permanecía en suspensión, ajeno a guerras, inventos y cambios culturales. Su existencia no comenzó al nacer, sino al ser concebido; pero durante tres décadas fue una posibilidad en pausa.
Protegido de todos los avatares de la existencia y a su vez súper vulnerable… esperó.
No todo tiempo es biológico. Existe también un tiempo existencial: aquel que se teje entre las esperas, los vínculos que aún no ocurren, los contextos que todavía no se han formado. El cuerpo de este niño fue creado en los años noventa, pero su vida pertenece al presente. Es biológicamente hijo del pasado, pero emocional y culturalmente será moldeado por este 2025 que lo recibe.
Su generación no se define por el año de concepción, sino por la época en la que crecerá, se educará, construirá vínculos. Su relato vital incluirá un prólogo inusual: "Yo fui un embrión dormido durante 30 años".

La autonomía y la libertad

Thaddeus llegó al mundo como resultado de una cadena de decisiones ajenas: fue concebido por otros, preservado, donado y finalmente implantado por personas que no conocía. Como todo ser humano, nació sin elegir nacer. Pero en su caso, esa falta de voluntad se amplía a territorios insospechados.
Hoy, la planificación familiar ya no solo organiza embarazos: puede definir cuándo y en qué contexto alguien llegará a ser. La vida se transforma en un proyecto que puede posponerse, intercambiarse o reactivarse. La autonomía se hereda con historias previas. Historias decididas mucho antes de que uno pueda pensarse como sujeto.

La vida potencial vs. la vida real

Un embrión crio preservado es más que una célula, pero menos que una persona. Habita un umbral difícil de nombrar: no es una promesa, pero tampoco es ausencia. Está ahí, latente, con toda su carga genética intacta, esperando ser llamado a la existencia.
Desde el punto de vista biológico, el tiempo no transcurre en nitrógeno líquido. Pero desde una mirada ética, sí hay una distancia: cada año que pasa sin que ese embrión sea implantado pone de relieve que la vida no es solo biología. La vida también es decisión, acto de voluntad, reconocimiento.
Y ahí se insinúa el dilema. Si se lo descongela, comienza una existencia. Si se lo descarta, desaparece sin haber sido. No hay punto medio.
Lo potencial no es neutro. Lo real no es inevitable.

Tecnología y ética

La ciencia ya no solo cura: ahora puede decidir cuándo empieza la vida. Con cada avance, nos alejamos un poco más del azar y nos acercamos al diseño.
¿Es eso malo? No necesariamente. Pero sí implica nuevas responsabilidades y quizás nuevos marcos regulatorios.
Seres humanos extemporáneos -concebidos en una época, nacidos en otra- son ya una realidad. La pregunta no es si podemos hacerlo, sino si entendemos qué significa hacerlo. El origen ya no está en manos del destino. Está en manos humanas.
Cada nueva técnica -desde la fertilización hasta la edición genética- aumenta nuestro margen de control, pero también nuestro margen de error moral. ¿Queremos vidas programadas? ¿O simplemente posibles? ¿Dónde está el límite entre el avance y la arrogancia?
Y lo impensable: ¿ y si un día se desarrolla un útero artificial… a donde nos lleva todo esto?
¿Podríamos, eventualmente, el día de mañana, enviar una nave incubadora al espacio con millones de vidas latentes que al llegar, en un millón de años, se activen para desembarcar en un nuevo mundo? Y sí, porque no.

La sala de espera del ser

Entre el no ser y el ser hay un espacio sin nombre. Un umbral que antes era dominio de la religión o la filosofía, y hoy también de la tecnología. Algunas culturas imaginaron ese espacio: el Bardo tibetano, donde el alma espera su reencarnación; las almas platónicas que aguardan su encarnación; o incluso la conciencia cuántica que "sintoniza" un cuerpo, como una radio.
Quizás un embrión congelado sea eso: un cuerpo en espera, una nota aún no tocada. No tiene conciencia, pero tiene código. No respira, pero puede hacerlo. No es nada, pero podría serlo todo.
De hecho nunca sabremos que porción de la historia habría escrito cada embrión descartado y como modifico la existencia su no existencia.

¿Y si nadie la llama?

Miles de embriones permanecen crio preservados. No son residuos, pero tampoco personas. No generan duelo si se pierden, pero sí incomodidad. No se los considera sujetos, pero hay algo que impide pensarlos como meros descartables.
El problema no es la espera. Lo inquietante es el olvido. Lo perturbador es que puedan ser desechados como si nunca hubieran contenido la posibilidad de alguien.
Ahí aparece una disonancia difícil de resolver: no se rechaza la ciencia ni la pausa, pero cuesta aceptar el descarte. Algo se rebela frente a la idea de apagar sin duelo una vida que pudo haber sido.
No todos pueden resolver la situación como Linda Archerd. El hecho que sea noticia evidencia su excepcionalidad.
Tal vez en alguna esquina del infinito exista una sala donde lo que aún no es espera ser llamado. No sabe si será, ni cuándo, ni si alguien recordará que existe. Espera, simplemente. Como una partitura que aún no ha sido interpretada. Si nadie la toca, ¿es música? Si nadie lo llama, ¿es vida?

 





Sobre la Firma
                 @jorgecarusso | linkedin.com/in/jorgecarusso | 
                 Periodista - Matr. 14.856 Ley 12.908 

 






 


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