Aristóteles y la
chispa inicial
Decía Aristóteles que nada
se mueve solo: todo movimiento necesita un origen, un
motor que lo impulse. Lo llamó el "primer
motor", eterno e inmóvil, que da comienzo
a todo lo demás. No hay movimiento perpetuo posible,
siempre hace falta una chispa inicial.
Si lo llevamos a nuestra historia reciente,
también hubo motores que pusieron en marcha procesos,
instituciones y valores que hoy todavía funcionan.
Pero esos motores tienen nombre y apellido, y muchos están
dejando este mundo en silencio, casi sin que lo notemos.
La generación fundadora
Se está muriendo la generación
que, sin títulos ni abundancia, educó a
sus hijos en el amor y el respeto.
La que, con poco, no se sintió menos.
La que enseñó que las cosas tienen valor
más allá del precio.
La que, después de una vida de sacrificio, se va
con las manos arrugadas y la frente en alto.
Fueron nuestros abuelos inmigrantes, que
llegaron con una valija vacía y una voluntad infinita.
Los que levantaron casas, escuelas, clubes y pueblos.
Los que no esperaron nada regalado: empujaron la carretilla
con sus propias manos. Y cuando la carretilla se deja
de empujar, simplemente se detiene.
Ejemplos que encendieron
motores
En el mundo hubo hombres y mujeres que
fueron verdaderos primeros motores:
Mahatma Gandhi, que con resistencia pacífica
hizo temblar al imperio británico.
Martin Luther King, que soñó
con un mundo sin segregación y lo sostuvo con marchas
y discursos hasta dar su vida.
Nelson Mandela, que después de
27 años preso eligió la reconciliación
en lugar del odio.
Marta Pelloni, que en una ciudad chica
levantó la voz contra el poder y encendió
un movimiento inesperado.
Pero también están los ejemplos
cotidianos y cercanos: los médicos rurales que
atendían con lo poco que tenían, los maestros
de campaña que enseñaban bajo un techo de
chapa, los obreros que en las crisis cuidaron la dignidad
con fábricas recuperadas y comedores comunitarios.
Ellos no reclamaban desde el sillón,
actuaban en el barro de la historia.
La falacia del movimiento
continuo
En física, una máquina de
movimiento perpetuo es imposible: siempre hay desgaste,
siempre hay pérdidas. Lo mismo ocurre en lo social.
Ninguna institución, ningún valor, ninguna
democracia puede sostenerse sola. Si no renovamos la energía,
si no encendemos nuevos motores, todo se desgasta y se
detiene.
Poner en marcha nuevos
motores
Sería una injusticia y una ingratitud
no reconocer a quienes fueron el primer motor. Pero más
injusto aún sería vivir de lo que ellos
hicieron y no aprender la lección.
Hoy nos toca a nosotros. El motor que
ayer encendieron nuestros abuelos no durará para
siempre. Somos nosotros quienes debemos poner en marcha
nuevos motores, antes de que la carretilla se detenga.
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