Desde el inicio, Dayub se entregó
por completo a una historia que nos invita a redescubrir
nuestras raíces. A través del relato de
una familia argentina con orígenes italianos, el
actor despliega una galería de personajes entrañables,
cercanos y auténticos, que se enlazan con recuerdos,
emociones y ese legado invisible que pasa de generación
en generación. Es imposible no verse reflejado
en algún rincón del relato, porque lo que
se narra es, de algún modo, la historia de todos
nosotros.
El Equilibrista nació como un proyecto
personal, casi íntimo, en el pequeño teatro
de Dayub. Sin embargo, el boca en boca y la calidad indiscutida
del espectáculo lo convirtieron en un fenómeno
que ya supera las 800 funciones, tanto en Argentina como
en el exterior. Y no es para menos: la actuación
de Mauricio Dayub es una verdadera clase magistral. Con
una naturalidad asombrosa, da vida a múltiples
personajes, salta entre emociones, tiempos y espacios,
y mantiene al espectador cautivo durante toda la función.
Lo escenográfico merece un capítulo
aparte. Lo que a simple vista parece un escenario despojado,
se transforma -gracias al preciso manejo de los objetos,
las proyecciones y el sonido- en un universo cambiante,
onírico, donde cada elemento cobra sentido y potencia
el relato.
Durante una hora, Dayub no solo actúa:
viaja, evoca, transforma. Y lo hace con la complicidad
de un público que lo acompaña en cada paso.
El equipo técnico, impecable en cada detalle, logra
crear atmósferas que transportan, resaltan y conmueven.
La platea, entregada desde el primer minuto, acompañó
con risas, exclamaciones y silencios que decían
más que mil palabras. Fue un paseo emocional profundo,
sincero, que no dejó alma sin tocar.
Al finalizar la función, Dayub
saludó personalmente a los espectadores en el atrio
del teatro. Con humildad y calidez, se tomó fotos,
conversó con todos y dejó un mensaje exclusivo
para El Sitio de Escobar:
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"...un
público súper atento, no solo que a
sala llena, sino que uno advierte cómo va siguiendo
el espectáculo casi con la misma respiración
que yo. Hermoso fue, me emocionó mucho el final.
Todos de pie. Muy conmovedora la noche. Muchas gracias". |
En una noche donde el Seminari volvió
a ser refugio de historias y emociones, El Equilibrista
brilló como pocas veces, reafirmando el valor del
arte como espejo, como memoria y como puente entre generaciones.
Porque, como dice la
obra, y la vida: "
el mundo es de los que se
animan a perder el equilibrio".
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