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El Misterio del barrio Hampstead:


La Sra. Neelis y el Polizón


Recorre las misteriosas calles adoquinadas de Hampstead, donde la tranquila vida de la Sra. Neelis se ve envuelta en un intrigante drama policial que desencadena eventos inesperados. ¿Qué secretos ocultan las antiguas casas de ladrillo rojizo y las sombrías callejuelas de este pintoresco barrio londinense? Prepárate para descubrirlo en esta fascinante historia llena de giros inesperados y personajes inolvidables.


10 de marzo de 2024

Autor | @jorgecarusso

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La historia que les contaré se desarrolla en el pintoresco barrio de Hempstead, casi siempre embriagado por la bruma matutina que se cierne sobre los parques y las callejuelas adoquinadas. Es un oasis de serenidad en el bullicioso corazón de Londres.
Sus antiguas casas de ladrillo rojizo, cubiertas de enredaderas que trepan con elegancia por las fachadas, se alzan majestuosamente entre calles adoquinadas salpicadas de farolas antiguas que arrojan una luz titilante en las horas crepusculares.
A cada paso, se respira un aire de distinción y misterio, impregnado del aroma de las flores que cubren los jardines cuidadosamente cultivados.
Los transeúntes, envueltos en abrigos de lana y bufandas, pasean con parsimonia junto a los elegantes cafés y las tiendas de antigüedades, mientras que el rumor de las hojas de los árboles mecidas por el viento susurra historias de siglos pasados.

En Hampstead, el tiempo parece detenerse, como si el presente y el pasado se entrelazaran en una danza eterna, tejiendo un tapiz de belleza y misterio que cautiva los sentidos y enciende la imaginación. Un contexto ideal para desarrollar una historia que los que la vivieron preferirían no recordar.


Previa llamada al 101, la Sra. Neelis se encamina a la oficina de la Metropolitan Police Service (MPS) más cercana a su domicilio para denunciar a un vecino que, según ella, le está haciendo la vida imposible desde hace un tiempo. Desde vandalismo hasta robos, pasando por intimidaciones y actos de distinto índole y gravedad. La recibe el oficial novato Smith, quien muy amablemente toma datos de lo acontecido y queda en investigar. Cuando le comenta al inspector Johnson las novedades, este, al advertir que se trataba de la Sra. Neelis, sonríe y le explica la situación.
"La sra. Neelis vive sola y ya comienza a manifestar síntomas de una enfermedad relacionada con su edad avanzada. Mientras pueda manejarse sola todo bien, pero cuando comience a tener problemas más importantes debemos anoticiar a la asistencia social para que intervenga. Como no tiene familia, seguramente irá a un asilo... solo pide un poco de atención".

Al otro día, el oficial Smith se presenta en el barrio Hempstead, recorre la zona y termina golpeando la puerta de la Sra. Neelis. Esta, entre sorprendida y alegre, lo hace pasar, le sirve una taza de té y le relata sus peripecias culpa del inmigrante Hindú que vive a pocos metros de su casa, llamado Rajesh Patel Sharma.
El joven, luego de escuchar pacientemente las terribles peripecias sufridas por la anciana, le dice que irá a darle una reprimenda a su vecino y terminar con la situación. Se dirige a la dirección suministrada, golpea pero no sale nadie. Mira por la ventana y ve una casa vacía, en estado de abandono y deshabitada desde hace mucho tiempo.

Vuelve y le dice que ya había hablado con el acosador y que este dijo que ya no la molestaría más. La anciana no muy convencida le da las gracias y el oficial vuelve a la MPS e informa lo acontecido al inspector. No pasaron más que un par de días y la Sra. Neelis ya estaba de nuevo en la oficina Metropolitana de muy mal humor reclamando por el joven Smith. "Ya volvió a sus andadas… hoy entró a mi casa y la puso patas para arriba… todo revuelto. Se llevó todo lo de la heladera y rompió un jarrón". "Deben repatriarlo, hagan algo, voy a ir a los medios si no hacen algo, no puedo vivir así". El comisionado que escucha todo llama al inspector y lo intima a solucionar el tema "como sea". Este llama al agente Smith y le traslada la problemática, con un ultimátum "hoy".

El oficial deja pasar unos días y vuelve al domicilio de la anciana. Luego de los saludos protocolares y un caluroso recibimiento el agente ingresa y se sienta a tomar el correspondiente té. "¿Lo pudiste repatriar?" "No se preocupe Sra. Neelis, ya no la molestará más, lo pusimos en un barco que va rumbo a Mombai, quédese tranquila".

Así fue como la tranquilidad volvió al barrio Hampstead y a la MPS… pero a un costo muy elevado y con un giro inesperado.

Habían pasado poco más de una semana de la simulada "repatriación" del Hindú cuando en todas las cadenas pertenecientes a la BBC mencionaban un incidente internacional cuando la Oficina de Pasaportes, Visas y Registros de Extranjeros (Passport, Visa and Foreigners Registration Office o PVFR) da cuenta que detuvo un polizón que intentaba ingresar a India de forma ilegal.

La situación se dio en una requisa al buque de carga de bandera inglesa "Himalaya Star" proveniente de Londres que desconocía por completo que traía un polizón en la bodega. Al ser interrogado, el joven dijo llamarse Rajesh Patel Sharma, carecía de documentación y afirmaba haber sido expulsado de forma ilegal del Reino Unido.

Al ver el rostro en el televisor de su living, la Sra. Neelis exclama eufóricamente: "¡Cumplieron, ya no molestarás a nadie!".

Pronto, los movimientos como United Families and Friends Campaign (UFFC) y otros, salieron a levantar la voz contra lo que creían actos de autoritarismo en contra de minorías indefensas.

Visto esto, Neelis tardó solo unos minutos en colgarse del teléfono para contar su historia y defender el accionar policial. Situación que lejos de calmar las aguas, las agitó y escaló el conflicto a niveles internacionales.

Sobre el escritorio del primer ministro, en el 10 Downing Street, London, SW1A 2AA, estaba el "The Evening Standard" que con letras de molde titulaba "conflicto con India por expulsión ilegal".

Presuroso el departamento de la Metropolitan Police Service salió al cruce desmintiendo cualquier relación con el caso, desconociendo al polizón y afirmando que no consta en sus registros ningún dato al respecto.

Propiciado por la opinión pública y áreas duras del parlamento se realizó una exhaustiva investigación a cargo de una comisión creada a tal efecto que como era de esperar… no llegó a nada.

Pasó casi un año del incidente internacional que había ocasionado la Sra. Neelis en compañía de sus amigos policías. Con el tiempo y algunas consecuencias menores, todo se olvidó. El oficial Smith fue trasladado a un lugar donde pueda ser "controlado" de cerca. Por otra parte, al inspector Johnson se le frustró su ascenso y sigue en el mismo lugar.

La sociedad quedó dividida entre los que creían que todo era un delirio de una señora octogenaria y los que abonaban por una conspiración gubernamental. También había una pequeña porción que apostaba a la teoría que ni la señora estaba tan loca ni que la policía expulsaba inmigrantes tal como si.

La cafetera de la MPS ya estaba casi vacía. El inspector Johnson y el novato que reemplazaba a Smith revisaban papelería atrasada mientras de reojo estaban atentos a los alertas de la BBC. De pronto el graff advierte que están a punto de conectar con exteriores.

Móviles de distintas cadenas nacionales y algunos corresponsales del exterior estaban frente a la casa de la Sra. Neelis. Podía verse a la anciana, subida a los escalones de la entrada, con una docena de micrófonos delante y varias cámaras. La cronista del matutino dispara la primera pregunta: "¿Sra. Neelis, qué tiene que decir de la detención del polizón en el puerto nigeriano?".

"No tengo más que agradecimiento a la Metropolitan Police Service (MPS) por estar siempre atenta para proteger a los ciudadanos de Londres. Este joven inmigrante hace tiempo que estaba realizando vandalismo en este barrio, pero el agente Mannix lo puso en su lugar en un abrir y cerrar de ojos".

La taza de café se deslizó de la mano del inspector y cayó estruendosamente al suelo. El uniformado giró la cabeza buscando al novato con la mandíbula desencajada y los ojos casi fuera de sus órbitas.

"¡¿Fuiste tú, torpe, fuiste tú?!"

"Solo quería ayudar, inspector".










 


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