No paraba de llover, lo había hecho
todo el día y ahora, al caer la tarde, todo se
ponía más tenebroso. Carlos tenía
que tomar la guardia de las 20 en el "Hospital Central
de Agudos San Xavier", a pocos minutos de su departamento.
Enfundado en ropa de cuero, casco en mano, el joven anestesista
se dirige al estacionamiento a buscar su nuevo juguete
que su posición acomodada y su falta de compromisos
familiares le permiten tener.
Una BMW R1250 GS Adventure. Esta es una moto de aventura
de alta gama, conocida por su potencia, versatilidad y
tecnología avanzada. Es una opción popular
entre profesionales que buscan comodidad, rendimiento
y capacidad para viajes largos, además de tener
un estilo elegante y moderno que refleja un estatus económico
próspero.
Una niñez dura, plagada de privaciones y sinsabores
no impidió que Carlos lograra sus objetivos. Pero
como no se puede tener todo y aunque él casi no
tuvo nada, la vida le daba una cosa mientras le sacaba
otra. Al poco tiempo de recibir una beca de estudios para
ingresar a un colegio privado de buena reputación
y con tan solo 10 años, su padre muere de una enfermedad
repentina.
Su madre pierde el embarazo y quedan a merced de las circunstancias.
Sin hermanos ni parientes, madre e hijo luchan por sobrevivir
hasta que Carlos consigue su primer trabajo y a poco ya
de recibirse de médico, con mucho esfuerzo y dedicación,
su madre muere de un ACV. Ya sin ataduras sentimentales,
sin familia formada, solo ostenta un éxito relativo
y un fracaso escondido que lo mantiene atado a esa niñez
en la pensión.
La moto aún fría sale con toda velocidad
por la avenida rumbo al puente que le permite tomar la
autopista. Son solo un par de minutos.
Las luces parpadeantes, el ruido
a metal y cristales crujiendo se mezclan con olor a combustión,
humo y confusión. El choque en cadena involucró
a siete autos y una moto al final.
La moto llega al semáforo de la intersección
y toma la rotonda, sube el puente y se encamina hacia
el sur. La ruta está cargada, ya todo momento es
hora pico.
Pasaron solo tres minutos desde
el último impacto, ya llegan los primeros auxilios
y se acordona la zona. Carlos, inmóvil, está
junto a su compañera de aventuras, los dos abrazados
como en un amorío macabro. La vida está
hecha de esto y lo otro.
Ya en línea recta, la BMW se siente cómoda
con la trayectoria, zigzaguea, gruñe o brama según
las circunstancias. No quedan dudas de que la ruta es
suya.
La primera ambulancia, paradójicamente,
es la del "Hospital Central de Agudos San Xavier"
y dadas las circunstancias, Carlos sería el primero
en transportar, aunque no parece tener signos vitales.
Las pisadas al freno se suceden cada vez a menor intervalo
de tiempo. La última que Carlos pudo ver fue la
de la combi que estaba delante y no atinó a nada.
Solo golpeó de lleno sobre la parte trasera.
Todo terminó.
"¡Lo perdemos, doctor, lo perdemos!" grita
desesperada la enfermera.
"Carga el resucitador. Aléjate. ¡Dispara!
".
"Sigue sin pulso, doctor!".
"Hola mamá! Qué gusto verte".
"Hola hijo. Siempre estuve junto a ti".
"Me siento bien, todo está bien, qué
gusto verte, qué alegría me das".
"Intenta de nuevo, aumenta el voltaje. Dispara".
"Sin respuesta, doctor. Es inútil, ya se fue".
"Madre, estoy cansado. Estar solo, me duele".
"Nooo, no te vayas, no madre, no me dejes, no vuelvas
a dejarme".
"¡Lo tenemos, doctor, lo tenemos!".
"Aguanta muchacho, estamos en las puertas del San
Xavier, no te dejaremos ir".
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